Nuestra pequeña aportación para este nuevo año va a ser ofrecer a todos nuestros clientes documentación relativa a sus familiares nacidos o emigrados a Cuba. Gracias a la colaboración que hemos entablado con un genealogista profesional en este país podemos conseguir diferentes documentos sacramentales de prácticamente cualquier fecha, de casi cualquier lugar de Cuba y procedentes de diversos archivos. Si es tu caso y te gustaría tener más datos sobre tus familiares cubanos no dudes en consultarnos.
Esto es algo que enriquece la investigación genealógica y la historia familiar de nuestros antepasados.
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PASIÓN POR LA HISTORIA Despegar paginas acartonadas y amarillas por el paso de los siglos, Tocar papel que ha sido tocado por otras manos hace cientos de años o leer las palabras escritas con trazos imprecisos de otra época es único. Buscar los nombres de aquellos que conforman nuestro origen es extraordinario, pero lo verdaderamente increíble es encontrarlos, saber que están ahí, que a pesar del paso de los años y de los siglos pueden ser rastreados... sólo hay que saber buscar. En breve les iremos contando algunas de nuestras experiencias en estos apasionantes viajes al pasado. ¡Estén atentos! Últimamente, realizando varios diseños de árboles genealógicos, hemos visto que son muchas las posibilidades de poder tener visible en tu casa tus raíces, tus apellidos, tus orígenes.
Normalmente, en Esgecan preparamos para nuestros clientes un árbol genealógico personalizado, para que puedas colgarlo en la pared, y con unas medidas que no sebrepasen demasiado los 70x50cm. Pero… ¿y si nos lanzamos a ocupar toda una pared? Desde luego nos hemos enamorado de muchos de los diseños que existen para representar tu árbol, aunque siempre depende de lo original que quiera ser el cliente. Los modelos más comunes utilizan vinilos para pegar en la pared que tú elijas. De este modo puedes tener un gran árbol en tu casa de cuyas ramas crecerán unas preciosas fotografías antiguas. Estos modelos de árboles sirven para pequeñas genealogías, tres o cuatro generaciones como mucho (aunque siempre se puede experimentar con algún modelo de árbol centenario, con multitud de ramas como el de la fotografía de abajo) O incluso, si no tienes ninguna investigación realizada, puedes llegar simplemente a tus abuelos. Tendrás una forma original de enseñar tus fotografías familiares en casa. Si te gustan, anímate, ya que parece muy fácil: consigue todas las fotografías de tus antepasados que puedas, busca una pared vacía en casa, compra un vinilo con la forma de algún árbol que te guste… ¡y a rellenar! Cuando te adentras en el mundo de la genealogía cada día hay una nueva sorpresa y algún descubrimiento que no esperabas. También muchos ideas preconcebidas van desapareciendo ante el avance de la investigación. Y una de ellas era imaginar a qué edad podrían haberse casado las personas que buscábamos. Una vez que tenemos la fecha de nacimiento de una persona y queremos buscar su matrimonio, el rango de edad en el que pudo haberse casado es muy grande, y nosotros lo ampliábamos mucho imaginando que tal vez se hubiera podido casar a los 18, los 20 o incluso los 15 años. No nos parecía raro. De hecho, sabiendo la edad a la que accedieron al matrimonio nuestros abuelos, parecía lógico pensar que en el siglo XVIII las bodas fueran entre personas que ahora serían adolescentes. Pero tras años de investigación en archivos, hemos visto que no era del todo así. En prácticamente todos los casos investigados, la edad de acceso al matrimonio superaba, y en bastante, los 20 años... y los 30 incluso. De hecho, sorprendentemente, en el siglo XVIII en Canarias, la edad media de acceso al matrimonio de las mujeres era a los 25,4 años, y la de los varones a los 26, 2 años. En el siglo XIX, la edad media entre las mujeres que se casaban era de 24,7 años, y la de los hombres los 27,8 años. En la actualidad, en nuestra sociedad la edad del matrimonio se ha retrasado, y no es raro escuchar que ahora nos demoramos mucho en casarnos. Si nos comparamos con nuestros abuelos, entre los que oímos que a los 17 años ya estaban casados y con 18 años eran padres, es posible que casarse a los treinta y tantos resulte un tanto tarde. Pero como vemos esto no siempre fue así. Nuestros antepasados no se casaban tan jóvenes...¡así que no dejes que los comentarios “a tu edad ya yo estaba casado y con tres hijos” te desmoralicen! Siempre puedes responder: “mi penta-abuelo paterno a mi edad, también vivía con sus padres” Cuando tenemos la investigación genealógica realizada y hemos descifrado nuestra historia familiar, el siguiente paso es decidir cómo podemos presentar los datos que hemos conseguido. Porque no tiene sentido dejar olvidados en el cajón todas esas historias de vidas, los nombres que ya forman parte de nuestra familia o las fotografías que ponen rostros a nuestro pasado. Como sabes, en Esgecan ofrecemos varias opciones para presentar tu investigación, desde el tradicional árbol genealógico, muy visible en tu hogar o lugar de trabajo; o un libro homenaje, en el que aparecen nuestros familiares, los lugares que enmarcaron sus vidas, fechas importantes, partidas originales, fotografías, etc. Pero, ¿te habías planteado otras posibilidades para tener siempre vivible tu historia familiar? Pues aquí te mostramos otra fórmula, que aunque muchos no estén dispuestos a llevarlo, desde luego es muy original. Algunos diseñadores, atraídos también por la genealogía y por la idea de tener muy cerca a sus antepasados, han realizado algunos “collares genealógicos”. Sí, sí... como lo oyes. Un collar que muestra tus ramas familiares con fotografías. Son pequeños camafeos, todos enmarcados de forma única, con los retratos de tus ancestros. Colgando de las paredes y escondidas en los rincones de nuestras casas están las fotografías de aquellos que vivieron antes que nosotros. Aunque aparentemente triviales e irrelevantes, son parte de los registros que van tejiendo la historia de la familia y en definitiva, de la humanidad, y ¿por qué no?, ¡esta es una forma única de rescatarlos!
Para aquellos menos arriesgados, siempre quedan collares algo más discretos, como los que simulan un pequeño árbol o ramas que se unen entre sí donde se engarzan simplemente las iniciales de los nombres de nuestros familiares. Fotos seleccionadas de www.etsy.com. Pero sea cuál sea tu favorito, ambos expresan de forma original que todos somos parte de nuestro árbol genealógico.
¿Te atreverías a llevar el tuyo? ¿Alguna vez te has preguntado cuántos antepasados puedes tener? Si imaginamos nuestro árbol genealógico, muy pronto podremos sentir cierta sensación de mareo al tratar de componerlo. ¿Cuántos bisabuelos tenemos? Rápidamente las raíces de nuestro árbol se ramifican hasta convertirse en un viejo y enorme drago sin apenas pasar de nuestros tatarabuelos. Para poder ir completando el puzzle sin desesperar, lo mejor es utilizar una tabla de ascendientes, en la que, en teoría, deben figurar todos nuestros antepasados: nuestros dos padres, los cuatro abuelos, los ocho bisabuelos, etc., doblando en cada generación el número de los ascendientes de la generación precedente. Si queremos calcular cuántos antepasados podemos llegar a tener, la ley con la que tenemos que operar es la de la progresión geométrica, que nos dice que ocho bisabuelos se convierten en 16 tatarabuelos, en 32 trastarabuelos y en 64 pentabuelos. De tal forma que, una persona nacida en 1950, cuando llegue al año 1500, en su árbol tendrá a 32.767 antepasados. Si se remonta a principios del siglo VIII, tendrá más de 34.000 millones de antepasados, ¡más antepasados que seres viven hoy en la tierra! Pero, ¿cómo es esto posible? Esta fórmula nos da el número exacto de los antepasados que deberíamos tener, pero como es fácil de comprobar, estos números no son reales, ya que no había tal cantidad de personas en el mundo. La inexactitud de estos números se explica por la fuerte endogamia que encontraremos en toda la población. La repetición de los antepasados se dio desde principios del género humano, desde los soberanos de las más altas dinastías hasta las clases más humildes, y acentuándose entre las personas más incomunicadas, que vivían en valles o en islas. Así que no desesperes, como ves, ¡tu familia no es tan grande! Y siempre puedes quedarte en los mil primeros... En la entrada anterior dábamos las dos primeras pautas para iniciar una investigación sobre nuestra historia familiar. En este post continuamos con los últimos pasos para iniciarnos en el precioso mundo de la genealogía familiar. Tras los puntos uno y dos, el tercer paso es reunir toda la documentación escrita existente entre la familia. Muchos papeles guardados en cajones durante años son importantes descubrimientos para un genealogista, ya que pueden contener pistas sobre abuelos de abuelos, o los bisabuelos de nuestros padres. Libros de familia, compras de propiedades o fincas, cartas, etc. Y por supuesto, las fotografías. Esas que van a dar rostro y personalidad a nuestra investigación y a nuestro futuro árbol. Imágenes de otro tiempo que debemos rescatar. Rostros que tal vez no conocimos pero que sin embargo nos suenan familiares...¡hasta parecidos a nosotros!. Por último, en cuarto lugar, con la información recogida, podemos comenzar a pedir algunas partidas al registro civil. Debes saber que son gratuitas y te las envían a tu casa por correo postal. Entra aquí para solicitarlas. De esta manera podrás conocer los datos de tus antepasados hasta 1870, pudiendo llegar incluso a tus tatarabuelos, ya que suelen aparecer los nombres de los abuelos de las personas que estás buscando. Eso sí, ten en cuenta que hasta bien entrado el siglo XX muchas familias seguían inscribiendo a sus hijos únicamente mediante los bautismos, siendo común que en los registros civiles no existan tales inscripciones, o se produzcan muchos años después. Si has llegado hasta este punto puedes decir que ya ha comenzado tu camino de investigador, ¡¡y ya no puedes rendirte!! Puede que hayas conseguido tener datos sobre tus bisabuelos, sus matrimonios, domicilios, etc. Y quizá, hasta te hayas llevado una sorpresa que no esperabas. A partir de ahora la investigación se complica. Pero no te rindas, lánzate a descubrir tu origen en los archivos parroquiales...y sobre todo ¡Disfrútalo! Y si se complica la investigación o no tienes todo el tiempo del mundo para poder completar tus objetivos, no olvides que nos tienes a nosotros. Estaremos encantados de ayudarte y hacer realidad tu ilusión. Si tienes ganas de conocer el origen de tu apellido, de dónde vienen tus antepasados, saber si tus raices se encuentran en las islas o procedes de otros lugares que no imaginas, no dudes en lanzarte. Tú mismo puedes comenzar a realizar la investigación que despeje todas estas dudas o curiosidades. Para ello, sigue estos sencillos cuatro pasos: 1. Lo primero que debes hacer es comenzar a preguntar a tu familia. Por supuesto empieza por los mayores, es posible que no podamos tenerlos mucho tiempo junto a nosotros. Hay que aprovechar toda su experiencia, preguntarles por los nombres que recuerdan e intentar adentrarnos en sus vivencias, porque esos testimonios orales pueden ser la última información para conocer a nuestros parientes lejanos. Podemos saber dónde vivían, cómo eran físicamente, qué les gustaba hacer, a dónde viajaron, qué carácter tenían, a qué fiestas iban, dónde trabajaban, cómo reían...datos que normalmente no encontramos en la documentación escrita antigua. Pero no siempre tenemos por qué recurrir a los mayores de las familias. Muchas veces primos, tíos o padres tienen información muy valiosa sobre nuestros antepasados que desconocemos. ¡No lo dejes pasar y pregúntales! 2. Una vez que nos hemos imbuido de la historia de nuestra familia más reciente a través de los recuerdos que aún podemos conocer, toca ser sistemático y apuntar todo lo que podamos. No olvides apuntar correctamente los nombres con sus apellidos, y muy importante, el nombre por el que se le conocía, ya que no siempre coincide. Suele ocurrir que el nombre que figura en el registro de nacimiento o bautismo es diferente al nombre por el que todo el mundo lo conocía, pero en origen puede que aparezca registrado ya sea en su matrimonio o defunción y es una pista importante. Apunta lugar de nacimiento, traslados de domicilio, profesión, etc. Todo es importante para comenzar a rastrear el origen de nuestros apellidos. La próxima entrada continuaremos comentando los dos siguientes e imprescindibles pasos para realizar esa empresa maravillosa que es redescubrir nuestra historia familiar. |
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Enero 2019
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